miércoles, 13 de marzo de 2019

UN VALLE DE ALTURA

Todavía pasan por mi cabeza las sensaciones del recorrido montañero de ayer. En un viaje de poco más de 1 hora alcanzamos el bonito pueblo de Munarriz, situado en un valle a 1000 metros, en las estribaciones de la Sierra de Andía, el Valle de Goñi. Los pastos de altura, la presencia de estos pueblos pequeños y perdidos (Goñi, Azanza, Urdanoz y Aizpún completan los 5 pertenecientes al valle), el paisaje con pequeños neveros enganchados en los bosques y en la sombra, los hayedos limpios, las cimas planas y redondeadas, las ruinas de tiempos pasados donde el pastoreo alcanzaba su apogeo, descubriendo conjuntos de bordas donde la gente se acompañaba mutuamente en los largos meses aislados del mundo...Sonidos, olores, paisaje. No hace falta irse al otro lado del mundo, aquí cerca se puede encontrar belleza, se busca fácil.

Son las 9 de la mañana cuando en compañía de 2 amigos, y 2 perros (también amigos), nos disponemos a caminar unas horas por estas tierras, que pertenecen a la merindad de Estella, Navarra, provincia de contrastes, y que ofrece un montón de posibilidades de disfrutar con esta actividad que tanto nos gusta. No se escucha movimiento ni sonido alguno, salvo el ladrido de un par de perros que se encaran a Serpa y Xiva, que ya han salido disparados dispuestos a "comerse" el campo.

Saliendo de Munarriz
Avanzamos por una pista en dirección al Elimendi, o Artesa (1137 m), denominado así por su peculiar forma, y desde cuya cima disfrutamos de un bello paisaje, Beriain, las cimas de Sarbil y Saldise sobre el Valle de Ollo, Txurregi, Gaztelu, la Sierra de Aizkorri, Elomendi al fondo, San Lorenzo nevado, Orhi y Pirineos...No sé, pegados al buzón nos quedamos extasiados con las vistas, que no abandonaremos en nuestro discurrir por las siguientes lomas. Nos dirigimos hacia la siguiente cima, Zoiolagaina, no sin antes bajar al collado que la separa de Elimendi, eso sí, ascendiendo a una altura inferior, 1117 metros. Xiva salta en cuanto ve un pajarillo, olisquea, corre, vuela, vuelve a saludarnos y se va, recorriendo el doble de distancia que nosotros con la lengua afuera y moviendo ese cascabel cuyo sonido se mezcla con el del viento. Serpa no se separa de nosotros, ya es algo viejo, y disfruta a su manera.

Cima de Elimendi (1137 m)

Desde Elimendi, Zoiolagaina en primer término, al fondo, Beriain y la Sierra Satrustegi

Preciosos hayedos...

Alla lejos, Ermita de la Trinidad de Iturgoien

Serpa pegado a su dueño
Continuamos nuestro camino atravesando hayedos en los que de vez en cuando tenemos que ir abriendo y cerrando langas que encontramos a nuestro paso, o saltando cercas por los lugares indicados con pequeñas escaleras...Por la información que llevamos hay también algunos dólmenes que no logramos encontrar. Llegamos a un increíble lugar protegido por el bosque. Es un conjunto de ruinas de varias bordas denominado "El Pelotón", en el que se mezclan la maleza y las piedras, sólo de las paredes, puesto que los tejados hace ya tiempo que han sucumbido a la naturaleza. Paseamos entre las casas derrumbadas en silencio, observando sus vigas y columnas ya caídas, e imaginando la vida de aquellos pastores que pasaban meses en estos recónditos lugares; al menos, en este caso, formaban una pequeña comunidad. Más ruinas más adelante nos siguen relatando vidas pasadas.

Ruinas de "El Pelotón"

Otras ruinas, con esta circular llamada "La Cofradía"
Para terminar, cerrando esta bonita circular, caminamos junto al bosque y Balsa de Erna, un idílico lugar rodeado de silencio, donde Serpa se da un buen chapuzón en busca del palo correspondiente, y Xiva rehúye el líquido elemento continuando la persecución de sus pajarillos de aquí para allá. Antes, en el bosque, ambos ya se habían refrescado en más de un nevero. Esta ruta lo tiene todo. Llegamos a Munarriz después de 5 horas y 18 km, habiendo conocido un trocito de nuestra geografía escondido y bello.

Hayedo de Erna

Balsa de Erna