Amanecer sobre la Laguna de Gallocanta El espectáculo de las grullas
Atrás ha quedado la noche junto a la Laguna de Gallocanta. Dejamos el sonido de las grullas que nos ha acompañado durante unas cuantas horas para dirigirnos hacia el pueblo de Baguena, en Teruel. El propósito es hacer una ruta preciosa que desde este enclave asciende una pequeña cima, pasa por un barranco y, cresteando por bonitos cortados, nos lleva a Anento, pintoresco pueblo coronado por un castillo. Desde aquí sólo falta seguir una pista hasta el inicio de la ruta. Unos 17 km y 600 metros de desnivel que nos han hecho disfrutar de este peculiar paisaje de tierras arcillosas y rojas, aguallueves y plantas aromáticas…
Baguena ascendiendo al Pico del BuitreTierras arcillosas y rojizas
Corzos
Mezcla de animalillos
No
llueve; el viento acompaña al frío que curte la piel, un viento que baja los
grados que indica el termómetro, 4 a las 10 de la mañana. Nos pertrechamos con
todo lo que tenemos, sabiendo que en media hora comenzaremos a entrar en calor
al afrontar la más larga subida del día, hasta llegar al Pico del Buitre donde
hay un vértice geodésico. Las vistas son de asombrar, lomas de tierra
arcillosa, frutales, encinas, coscojas amarillas…paisaje de clima áspero…Continuamos
por pista descubriendo de vez en cuando en el lodo producido por la escasa
lluvia caída huellas de corzos, jabalíes, tejones…nos sentimos acompañados por
estos animalillos, que al atardecer seguro que asomarán por aquí.
Un
atajo a mano izquierda, por sendero y en bajada, nos separa de la pista para
llevarnos hasta el lugar de Arguilay, donde está el primer aguallueve del día.
Estos manantiales que se crean a base de gotas de agua, forman un espectacular
relieve de piedras y musgo, con grutas escondidas en su interior. Desde aquí
hay que volver a coger altura hasta los cortados por un camino estrecho y
sinuoso. Una vez se llega arriba de nuevo el viento nos azota y no nos
abandonará mientras circulamos cerca del borde del cortado por un estrecho
sendero hasta llegar al pueblo de Anento. Por aquí arriba apenas hay desnivel,
y cada recodo del camino es todo un descubrimiento.
Bordeando los cortados
Anento
Visita al aguallueve de Anento
Cerca
del pueblo hay un torreón celtíbero que sirve de atalaya junto al castillo.
Bajamos al aguallueve de Anento donde, aquí sí, nos juntamos con bastante gente.
También es espectacular este entorno. Parece mentira que en estas latitudes con
lo seco que es el clima, siempre comparado con el nuestro del norte, se pueda
disfrutar del espectáculo del agua.
Callejeamos
por el pueblo, limpio, empedrado, cuidado…naranjas, marrones, azules…un festín
de colores que nos deleita antes de afrontar los últimos 4 kilómetros por pista
en tenue bajada. ¡Esta excursión ha sido un regalo!