viernes, 16 de noviembre de 2018

ISLA DE LA PALMA, 2 RUTAS PARA EL RECUERDO


Partimos hacia la "Isla Bonita" el último sábado de octubre, con un oscuro pronóstico de tiempo en Euskal Herria. El viaje, todo el día, nos llevó de aeropuerto en aeropuerto, Loiu, Madrid, Gran Canaria y La Palma. A la llegada, a las 21:30 de la noche, La Palma  era un continuo aguacero, veníamos de una semana de muy mal tiempo, siendo noticia especialmente esta isla por importantes trombas de agua.

Cogimos el coche de alquiler asignado, y, ya con noche cerrada y húmeda, llegamos a nuestro apartamento para los siguientes 9 días en El Paso, lugar céntrico para las diversas salidas que teníamos planeadas.

El domingo transcurrió nublado, así como el lunes, lloviendo de vez en cuando, pero ya la isla nos regaló muchos momentos; Santa Cruz, con esas casas balconadas y floridas, San Andrés, también en la costa Este, con esas placitas y casas de colores, y olor a mar, embravecido esos días...Y un paisaje de negro enfrentándose al mar y al cielo, este último azul y blanco, con las nubes jugando con el sol. Fuencaliente y su Faro, sus  Salinas, y sus volcanes Teneguía y San Antonio...Tocamos el lunes el Sur de la isla, y ya notábamos la humedad a la que estamos acostumbrados, con unas temperaturas agradables y una sensación de gozo en la vista. Había luz en los colores...la lava compartía su lugar con una exuberante vegetación, distinta, brillante...se me olvidaba. ese verde...

Salinas y Faro de Fuencaliente

Balcones en Santa Cruz de La Palma


Piscina natural Charco Azul
Con toda esta "aclimatación", vinieron 2 jornadas para el recuerdo. El resto de días fueron también espectaculares, con la bajada por el interior de la Caldera de Taburiente, todo un Parque Nacional, gozando del paisaje y de sus cascadas (La maravillosa Fondada y la de los Colores), las cimas de su cresta con la llegada al Roque de los Muchachos, y, cómo no, el "vigía", el Pico Bejenado, el que veíamos todos los días desde nuestro apartamento; pero estas jornadas no están descritas aquí, necesitaría un día entero para plasmar todas las vivencias con lo que, me detengo en 2 muy especiales. Roca y mar. Negro, verde y azul...

Ruta de los Volcanes, por el Parque Natural Cumbre Vieja

Llegó el martes, luminoso, soleado. El termómetro del coche marcaba 13 grados a las 8 de la mañana. Salimos hacia la primera parada de taxis para tomar uno que nos llevara a la zona recreativa El Pilar. Dejamos nuestro coche en La Tajuya, cerca de El Paso, para luego cogerlo a la vuelta, que haríamos en bus desde Los Canarios, al Sur, junto a Fuencaliente. La red de autobuses que circulan por La Palma es bastante buena, aunque sus carreteras no lo son tanto, curva para aquí y para allá, intentando recorrer su pequeña y rica geografía.

Area recreativa El Pilar


Una infinidad de senderos tejen la isla por todos los rincones. Nosotros comenzamos en El Pilar, un área recreativa situada dentro del Parque Natural Cumbre Vieja, y seguimos una GR, la 131, que forma parte del palo del "Bastón", una ruta más larga cuya forma recuerda a este elemento, y cuya cabeza es justo el recorrido por la cresta de la Caldera de Taburiente. Fuimos de Norte a Sur, comenzando a 10 grados atravesando un precioso bosque de pinos, árbol que durante todo el recorrido nos tuvo embelesados, tanto por sus hojas de un verde brillante, como por sus bellos troncos, perfectos motivos para cualquier cuadro.



Comenzamos a ver cráteres, colores distintos de lava, envueltos de vez en cuando en la niebla, a la que siempre ganaba la batalla el sol.

Vista de La Caldera con el Pico Bejenado de verde en primer término


...y al fondo, Tenerife con la cumbre del Teide

La niebla nos envuelve
Enseguida, un cartel nos indica que tenemos la cima del Nambroque (1924 m) cerca, ahí vamos. Lo visitamos y volvemos al cruce para continuar hasta discurrir por la zona de la Malforada. Seguimos caminando hasta llegar a la cima de La Deseada, con vistas a su cima gemela enfrente. Nos basta con una, ya que todo lo que nos rodea es de postal. Más lejos, divisamos la cumbre del Volcán Martín, al que ascendemos saliéndonos de la ruta; son subidas cortas que merecen la pena. En la bajada, y recordando viejos tiempos, nos lanzamos por su ladera de piedra pequeña dejándonos arrastrar deslizando hasta volver a la ruta...con un buen número de piedrecillas en las botas.

Tubo volcánico

Cima Nambroque (1924 m)



Cima La Deseada desde su gemela





Ya divisamos el mar a lo lejos, que nos acerca a nuestro destino. Antes, pasamos por varios cruces en los que se mezclan rutas locales y de pequeño recorrido (PR) con la nuestra a través de los pinares. Vemos gente, pero muy poca, y, la mayoría, alemanes, amantes del senderismo, que no dejan de acercarse a esta isla. Llegamos a la localidad de Los Canarios a las 14:30, después de 5 horas y media de caminar sereno y tranquilo. Aquí, un autobús nos recoge dejándonos en La Tajuya, donde teníamos el coche


Volcán Martín

"La primera condición del paisaje es su capacidad de decir casi todo sin una sola palabra"

(Konrad Lorenz)

El Norte. Entre El Tablado y Santo Domingo de Garafía

Un buen amigo nos recomendó hacer esta ruta, con muy buen criterio, puesto que lleva ya varios años caminando esta isla, infatigable...Mila esker Suso!

...El mar nos observa, nos acompaña en esta preciosa ruta comenzando en El Tablado, pueblito situado a media ladera. Contrastes, rompientes, silencio...

La llegada a El Tablado fue rápida, demasiado rápida, mareante diría yo. Fuimos con el coche hasta Puntagorda, y de allí partía el único autobús diario que nos acercaba al inicio de la ruta, a las 9:15 h de la mañana. Por tanto, a las 9 ya estábamos esperando en la parada. Pocos viajeros había ese miércoles, y fueron bajando en distintos puntos de la sinuosa carretera hasta que quedamos los dos solos...Después de unas buenas curvas por la carretera ancha nos llegó el momento de agarrarnos fuerte para la bajada, de unos 5 km, hasta El Tablado...más y más curvas y a toda velocidad. En total, cerca de 45 minutos desde la salida en Puntagorda hasta la llegada en El Tablado...necesitamos un tiempo de aclimatación tras la hormigonera...

...Y después, todo fue disfrutar...Se discurre por la senda GR 130, que es una ruta que circunda toda la isla por la costa. El Tablado, pueblo pequeño y coqueto, donde hoy en día todavía hay un bar que abre los fines de semana y entre semana "a veces", como indica su cartel, y donde se respira una quietud especial, mirando al mar.

El Tablado, paz mirando al mar




Dragos, cactus, mar...



Poco a poco, nos vamos acercando a la primera sorpresa del día, el espectacular Barranco de Fagundo...Bajamos hasta el nivel del mar para luego, maravillados por la vegetación de dragos, cactus, brezos, bejeques...comenzar a ascender por un zigzagueante sendero que gana la misma altura que la bajada desde el pueblo, allí al otro lado del barranco lo dejamos para, en continua subida llegar hasta el Mirador de La Calzada, que es una atalaya fantástica hacia la costa.


Camino en zig-zag que asciende por Barranco Fagundo

Espectacular paisaje Barranco Fagundo

El Tablado a lo lejos desde mirador La Calzada


Desde allí, poco nos queda hasta llegar a Don Pedro, callado, tranquilo, como todos los lugares habitados por donde pasamos. En este pueblo la senda nos lleva hacia la izquierda, para entrar en un precioso barranco, lleno de vegetación, en este caso, laurisilva, que crece en sitios húmedos repartidos a lo largo de la isla. También pasamos por cuevas artificiales que tienen cerradas sus puertas, quién sabe si definitivamente...


El Parque eólico Juan Adalid quita belleza al entorno, y añade mucho ruido al silencio, el que llevamos nosotros junto a lo que nos rodea. Pronto, el paisaje se abre hacia el mar y llegamos a la parte alta de la aldea El Mudo, un conjunto de casas, algunas ya abandonadas, a saber qué historias se habrán tejido allí...

Barranco después de Don Pedro con laurisilva

Se abre el paisaje de nuevo hacia el mar...



Lo mismo sucede con El Palmar, más adelante, donde sí que existe una casa nueva, impecable, blanca. Hay gente a la que estos lugares engancha para comenzar una nueva vida. Justo enfrente conseguimos ver las casas de Santo Domingo de Garafía, a donde llegamos después de 5 horas de marcha, no sin antes salvar el último barranco del día, el de la Luz, llegando justo a la plaza del pueblo, donde el sol ya calentaba y donde buscamos una buena sombra para tomarnos una cerveza, junto a otros senderistas que, como nosotros, han disfrutado de un bonito día.



Santo Domingo, Iglesia de N. Señora de La Luz


lunes, 22 de octubre de 2018

ESCUCHANDO LAS HOJAS CAER

"Sé sentir el pasmo esencial que siente un niño, si al nacer, de veras reparase en que nacía...Me siento nacido a cada instante a la eterna novedad del Mundo..." 

                                (Alberto Caeiro, "El Guardador de Rebaños")

Un paseo por el Valle de Ultzama

Saliendo entre niebla...

Llegando 3 horas después...
Y llegó un precioso domingo de octubre, en el que el tiempo venía seguro, y el otoño comenzaba a sentirse. Me preparo por la mañana, sin prisas, tengo todo el día por delante...Llego hasta el bonito pueblo de Gerendiain, junto al bosque de Orgi, en pleno Valle de Ultzama. Allí, junto a la Posada, aparco el coche, y me dirijo, envuelta en la niebla, hacia el desvío a Eltso, que me recibe con su precioso conjunto de casonas, apenas he recorrido 1 kilómetro. Después de beber un trago de agua de su fuente, me encamino por un sendero pedregoso, ya cuesta arriba, hacia un bonito robledal con sus hojas queriendo vestirse de otoño, todavía es pronto, ya llegará...

La niebla de la mañana...

...me muestra el paisaje húmedo...

...precioso... 
...espectacular...

La niebla, mientras pasa la mañana, me rodea por todos lados, tan sólo escucho mis pasos sobre las hojas caídas, y, de vez en cuando, algún pajarillo que pocos compañeros tiene por estas fechas. De repente, noto más calor, el sol me está dando entre las ramas, salgo del bosque y me encuentro con la Ermita de Santa Lucía, en un lugar espectacular. Ya se han quedado las nubes en el valle, y sigo en compañía del sol, que ya no me abandona. 

Ermita Santa Lucía

Arañotz y sus 2 buzones

Precioso robledal

Elegante
Dejo la ermita para dirigirme a la modesta cumbre de Arañotz, con nada menos que 2 buzones y un vértice geodésico. Desando el camino pasando por la ermita de nuevo, para después de unos 500 m coger un desvío a la izquierda que me conduce, disfrutando de robles y acebos, y en ligero descenso, hasta un descampado donde hay un refugio y de frente, la cima de Epaitzburu. Me sumerjo en un bonito hayedo cuyo sendero está cubierto de hojas, apenas se aprecia. Los helechos ya están marrones aunque las hojas de los árboles se mantienen verdes...Escucho el sonido de un rebaño que me observa mientras paso a su lado, aquí suena el viento en las ramas, y se escucha cómo las hojas rozan el suelo al caer.
Magnifico hayedo

Cumbre de Epaitzburu

Bonitas vistas despejadas

Borda derruida

Bonito Urritzola

Eltso
Salgo del bosque para pisar la cumbre, que tan sólo tiene un palo largo y un montón de piedras. Desde aquí, las nubes bajas que había hace 1 hora han desaparecido sobre los valles, y la vista abarca los pequeños pueblos y las lomas cercanas, y me siento bien, rodeada de toda esta belleza. Vuelvo hasta el descampado dejándome llevar atravesando el bosque, y desde ahí, cojo una pista a la izquierda que me lleva al precioso conjunto de Urritzola, con casonas enormes con sus escudos, y limpio, muy limpio...De ahí por la carretera un trozo, y luego por bonito sendero, piso de nuevo Eltso y Gerendiain...Fin de ruta y preciosa mañanera.

"Los árboles meditan en invierno, gracias a ello, florecen en primavera, dan sombra y frutos en el verano y se despojan de lo superfluo en otoño"